martes, 19 de junio de 2007

ESCRITOS POLÍTICOS DE JOSÉ FAUSTINO SÁNCHEZ CARRIÓN PADRE DE LA PATRIA PERUANA.



ESCRITOS POLÍTICOS DE JOSÉ FAUSTINO SÁNCHEZ CARRIÓN
(1814-1824)

SERÍAMOS EXCELENTES VASALLOS Y NUNCA CIUDADANOS


Arenga que en el besamanos del 19 de marzo de 1814 tenido en celebridad del aniversario del día, en que se publicó la constitución política de la monarquía española, pronunció en nombre del convictorio carolino D. José Sánchez Carrión, colegial maestro del mismo colegio. *


EXCMO. SEÑOR. Entre los días en que la etiqueta solía congregarnos en este lugar, ninguno estaba consagrado a la interesante y dulce memoria de los imprescriptibles derechos de la patria. Amortiguados los valerosos españoles por la arbitrariedad y el despotismo del antiguo sistema, se acercaban temblando en tales días a bezar la mano de los reyes, a prostituir el inestimable don de la palabra, y a tributar acaso gracias // por la opresión y tiranía. Pero ¡qué diferencia! Revestidos ahora del sagrado e inviolable carácter del ciudadanato, se reúnen, se presentan a ongratularse mutuamente; a exaltar un entusiasmo desconocido; a avivar las fuertes pasiones que mantienen el espíritu público; a celebrar el aniversario del glorioso y memorable 19 de marzo de 1812, en que se promulgó la constitución política de la monarquía española.

¡Día verdaderamente augusto, afortunado y grande! Derramada por las quatro partes del globo la heroica nación española reposa en este momento su sagrado código, y empapando cada página con las tiernas lágrimas, que arranca el sólido placer, “perecieron, exclama, “perecieron para siempre los ominosos días de mi larga esclavitud; restituida por mi misma al goce de mis antiguos derechos; libre, independiente y soberana[1], soy la primera nación sobre la tierra.” A tan magestuoso y grave acento, la libertad, la amable libertad bate por tercera vez sus nevadas alas sobre esa porción escogida del linage humano: los pueblos extrangeros más valientes, el mismo conquistador del universo la admira, tiembla, y abandona el loco proyecto de quererla sojuzgar[2]: y cada uno de sus ilustres individuos tiene en si mismo la dignidad de un hombre, y se precia de ser parte esencial de la soberanía[3].

No es este, señor excmo., un fogoso transporte de la imaginación, no… El libro sacrosanto, en que se ha revelado el destino político del mundo español, está abierto delante de // sus ojos. Allí se ve refrenada la voluntad absoluta de los reyes[4]: que los representantes de las opulentas capitales, de las humildes aldeas, reunidos y absortos en la contemplación de las leyes eternales, que gravó la naturaleza en el corazón del hombre, para tormento de los tiranos, consultan la utilidad pública, y forman leyes[5] que en su origen, execución y aplicaciones, llevan el perdurable sello de la sabiduría, la justicia y la equidad: que el soberano poder legislativo reside en las cortes con el rey[6]: que este, no más que el primer ciudadano de la nación con las atribuciones y prerogativas, que ella ha querido darle por un pacto libre y voluntario[7] hace executar la ley[8]: y que un cuerpo judiciario, versado en la jurisprudencia constitucional la aplica[9] a aquellas ocurrencias, en que las pasiones suelen atropellar lo más sagrado.

No es esto solo. La creencia religiosa que rectifica la moral, y que da firme apoyo a los útiles establecimientos de los hombres, sostiene este magnífico edificio con la pureza de sus dogmas[10]. La libertad de la imprenta y los otros derechos que no hemos querido, ni debido renunciar, se hallan expeditos y sólidamente asegurados[11]: la salubridad, la ilustración, la industria y el comercio, se promueven y propagan entre los pueblos por reglamentos sabios y oportunos, que deben su origen a este único volumen[12]. Por manera, que en él, aunque pequeño, se encuentra todo quanto pueda contribuir a la conservación // y engrandecimiento nacional. No hay duda, todos son iguales delante de la ley[13]; y la virtud y los talentos tienen abierta la carrera de la gloria en qualesquiera ciudadanos que se consagren a la patria. Y ¡qué! ¿habrá todavía serviles cortesanos, que mancillen la conducta del congreso más augusto que jamás vieron los siglos? ¿Habrá fanáticos, que con la capa de religión y de virtud, se empeñen en frustrar y entorpecer el giro de sus decretos inmortales?
¿Habrá criminales descontentos, que suspiren por los vicios del sistema envejecido?[14] No debe haberlos; el pueblo español ama demasiado sus derechos, y él sabe sacrificar a su venganza al que siquiera imaginase reo de tan horrendo crimen. Que muera, señor excmo., al riguroso cuchillo de la ley, si hubiese alguno, que muera… y que nos dexen reposar tranquilos a la sombra de un árbol plantado en medio de tantas contradicciones, y regado con la sangre preciosísima de sus innumerables víctimas.

Pero al hablar de esa grande obra ¿no articularé siquiera una palabra en loor de los sabios diputados, que se encargaron de formarla y proponerla? ¿Reconoceré el beneficio y no besaré la mano de su autor? Arguelles, Leyva, Pérez, Huerta[15], // vuestros nombres están esculpidos en el pecho de todo buen español a la par de sus derechos; y cada artículo de la constitución política, es un monumento eterno de nuestra sabiduría y patriotismo. ¡Morales! ¡sombra augusta! Si en esa región silenciosa donde existes, penetran los ardientes cánticos de un pueblo agradecido, seguramente que hoy renuevas la grata memoria de aquel, día en que firmó tu mano la libertad de ambos mundos.

Y V. E. en quien reside la alta facultad de hacer cumplir las leyes en esta parte de la América, reciba los más cumplidos homenages de este cuerpo, por quien hablo, de este cuerpo, que aunque pobre y desgraciado ahora por la vicisitud de los acontecimientos humanos[16], tiene la gloria inmarcesible de ver esa acta sancionada por algunos de sus hijos[17] y ocupado a uno de ellos en su gran proyecto[18].

Esta consideración tanto más inexcusable y lisonjera, quanto se halla vinculada en el objeto, cuya memoria recordamos, no puede menos, que excitar en el convictorio carolino, sentimientos grandes y difíciles de explicarse por mi voz.
Gloríese pues V. E., de que la providencia le hubiese reservado, para mandar en esta venturosa época, y de que este día, en que se le felicita a V. E. por su plausible natalicio, sea también el más solemne y el más fausto de quantos marca la nación en sus anales.
* El Investigador del Perú. N.º 72. Lima, viernes 25 de marzo de 1814, ff. 3-7.
[1] Véanse los arts. 2 y 3 de la constitución política.
[2] La Francia, la Italia, la Alemania, la Prusia, la Holanda y otras potencias de la Europa, han sucumbido a las invasiones de Bonaparte, excepto la invicta España, que en tan poco tiempo ha sabido contener el progreso de sus conquistas, y lo ha humillado a la faz del mundo.
[3] Véanse los arts. 1 y 3 de la constitución.
[4] Art. 149, 172 y 173.
[5] Art. 27 y 132.
[6] Art. 15.
[7] Véase la lecc. 2 y 10 del catecismo polit.
[8] Art. 16 de la constitución.
[9] Art. 17.
[10] Art. 12.
[11] Art. 4 y 371. Véase la lecc. 2 del cates. polit.
[12] Cap. 1 y 2 del tit. 6 y el cap. uno del tit. 9.
[13] Cat. polit. lecc. 2.
[14] Hay por desgracia algunos, que avezados al lenguage servil zahieren descaradamente la conducta de los que hablan conforme al espíritu de la constitución. Esto me ha obligado a dar a la luz pública este pequeño y pobre rasgo, cuya vida hubiera durado el corto momento en que lo pronuncié. Júzguenlo los sensatos, los verdaderos y buenos españoles; mientras que me condena la estupidez y la malignidad de aquellos, que aún no han hecho pasar la constitución de sus labios a su pecho. Respeto las autoridades por educación y por principios para excederme, no digo en lo que huela a insulto, pero ni en el mínimo ápice de desatención.
[15] Individuos de la comisión de constitución, como también los señores Torrero, Ric, Bárcena, Espiga y otros, que pueden verse en el proyecto de constitución.
[16] Va para tres años que el colegio de S. Carlos siente un déficit de más de 6000 pesos por la extinción del tributo, y la ruina de varias encomiendas.
[17] Los señores Morales Duárez, Estolaza, Feliz, Olmedo y Navarrete.
[18] El señor Morales Duárez, individuo de la comisión de constitución.

ARTICULO TOMADO DEL BLOG : Perú Historia Político Constitucional Siglo XIX
DEL SR. WILVER ALVAREZ.

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